lunes, 1 de diciembre de 2008

La obesidad infantil, el reto a superar para el 2009



Recientemente hemos podido leer en las noticias que el Gobierno Británico, alarmado por el aumento de la obesidad infantil, está pensado en retirar la tutela a los padres cuyos hijos sufran un gran sobrepeso.






Debido a esta enfermedad se está disparando el gasto sanitario y las autoridades se plantean dar el mismo
tratamiento a los casos de obesidad grave en niños que le dan a los de desnutrición, por lo que a servicios sociales respecta.

Esta noticia nos hace reflexionar sobre las consecuencias emocionales y psicológicas que puede tener en un niño el hecho de padecer sobr
epeso, ya que en este caso se le alejaría de su familia por considerar que sus padres no le están dando una alimentación correcta, en este caso por exceso.

La obesidad infantil lleva asociada una serie de riesgos de padecer otro tipo de enfermedades, como son diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, cáncer(éstos se manifestaran más frecuentemente en la edad adulta), problemas ortopédicos, trastornos del sueño, madurez sexual prematura en niñas

Desde el punto de vista psicológico, les puede llevar al aislamiento social, dificultad para relacionarse, ser el blanco de bromas, burlas, rechazo e intimidación por parte de otros niños, depresión, baja autoestima, consumo de drogas, bajo rendimiento escolar y predisposición a padecer trastornos de la conducta alimentaria.

Una vez se tiene el diagnóstico, el tratamiento a seguir debe ser combinando tres factores: dieta, ejercicio y, si es necesario, tratamiento psicológico. Para ello es importante determinar las causas del peso excesivo, que pueden ser una alimentación desequilibrada, sedentarismo o incluso ansiedad, que el niño traduce en comer más de lo necesario y cosas no convenientes.

Sería conveniente despertar el interés del niño por alguna actividad física, cosa que también le ayudará a sentirse integrado en su grupo de amigos

Es absolutamente imprescindible que toda la familia se implique en este tratamiento, modificando los hábitos alimentarios de todos los miembros de hogar para que el niño no se sienta diferente ni “a dieta”. Se le ha de reforzar positivamente y nunca transmitirle que nos disgusta su aumento de peso o que lo rechazamos por ello. Se ha de desterrar la práctica frecuente de premiar o castigar con la comida, prohibir alimentos y no forzar al niño a hacer dieta si no quiere.


Andrea Gil
Nutricionista ISEP Clínic Barcelona